Para comprar el libro fuera de España, escribir a editorialuniversos@yahoo.es diciendo que quieren el libro, claro. Sale 15 euros y no se cobran gastos de envío. Quejas, otras consultas y alternativas, directamente a jgcozzolino@gmail.com, que es mi mail.

jueves, 20 de agosto de 2009

Algunos lugares en España donde comprar Tulipanes para Zamudio

Casa del Libro
Agapea
La Central
Rayuela
Cámara
Ojanguren
Cornión
Cervantes

Paraxuga

lunes, 17 de agosto de 2009

Estreno

Luego del colesterol, después de la presión raramente alta, al cabo de la crisis económica que se profundiza, llega... Problemas en el hígado.
Un hombre, su vida sencilla y falta de recursos, los consejos de algunos de su entorno acerca de lo que debe hacer y de quién debe hacerse amigo para triunfar, el rechazo a esos consejos y a cualquier consejo... y el hígado de ese hombre, vez a vez más complicado por esos consejos, las pastillas para bajar el colesterol y los problemas económicos. Problemas en el hígado. Acción, suspenso, vudú. Problemas en el hígado. Pronto, muy pronto, por esta pantalla.

viernes, 14 de agosto de 2009

Me dicen, me aconsejan, y yo apenas si respondo

"Tenés que hacerte conocer." "Vos escribís para te lean, ¿o no?" "Tenés que entregar el libro a éste, éste y éste otro." Y yo, a lo sumo: "Es mucho trabajo".
Hago medianamente caso, pero a desgano. No me interesan los clubes, ni sociales ni deportivos ni culturales. No es desprecio, por favor necesito alguien que me entienda. Es simplemente que no me interesan, me pongo nervioso, cualquier nerd se pone nervioso en lugares y ámbitos así, y soy un nerd, si quieren. El que más partidos de inteligencia podría perder en media hora. Mi memoria es patética, también mis nervios son patéticos.
Para mí, además, la literatura es en principio escribir. No importa si después mi libro no está en Palermo. Por supuesto, sería más lindo, pero no es parte ya de la literatura eso. Lo importante, a mi criterio, es jugar bien, hacer las cosas bien, preocuparme todo el tiempo y sentirme insatisfecho hasta la muerte.
Tengo seguramente poca gente que me sigue, pero es, como para Perón la voz de su pueblo, la más maravillosa música, y con eso hasta ahora puedo decir que estoy hecho.
"Vos lo que necesitás es un agente literario urgente", me dijo hace poco un amigo que algo sabe de esto. "Sí, puede ser, le dije. ¿No querés ser vos?", le dije.

Ya han pasado tres años de la muerte atroz del fatuo samurai

Recuerdo
la paciencia con que me mirabas.
(Tus calzones azules,
también recuerdo tus largos
y brillantes
calzones azules.)

viernes, 7 de agosto de 2009

Cuentos

Federico Escobar es de esos muchachos cultos, educados y precisos que no quedan. En su último texto en su blog escribe acerca de ciertos vicios en los que cualquiera, no sólo esos narradores, puede incurrir, y deja implicado no un decálago inútil y arrogante, pero sí tres máximas seguramente fundamentales. No al lirismo bajo cualquier circunstancia, no a la explicación, sí a la sencillez y la claridad. Por supuesto, hay un punto en el que me veo obligado a decir que exagera muchísimo.

jueves, 6 de agosto de 2009

Insisto

Nada es normal en estos días. No puede ser normal esta estupidez crónica de negar el amor, negar la felicidad, negar las aspiraciones legítimas de acceder a la eternidad. Y sin embargo el desdén, la indiferencia, la arrogancia, todo eso se pinta como normal. No hay lugar para la beatitud, para el chico lampiño que tiene buenos sentimientos y se llena de color si le formulan una pregunta acerca de su intimidad. No se puede ser hombre de ciencia, de cultura, fino y distinguido, si se cree en Di-s. No se puede creer en las teorías conspirativas porque eso está mal, eso lo hace a uno tonto. Está prohibido tomar posiciones medievales. Cualquier tentación de incurrir en una de esas creencias o convicciones lo transforman a uno en un fenómeno, en un freak televisivo, en un inadaptado. No hay tampoco lugar para el hombre que se levanta a las cinco de la mañana para picar pisos en una obra y está fuera, al margen, del consumo de los círculos culturales y políticos elitistas. No hay margen para enloquecer, menos aún para nacer en la exclusión. Pero todo esto, todo, se vende como normal. Se vende como normal el progresismo, la democracia y la mar en coche. Se vende como normal no desvelarse, no tener angustia, no tener miedo. Y si estás así echale la culpa a tu patología y no a los factores exógenos, que la modernidad está bien, que no hay que cuestionarle nada, tomate un clonazepam y dejate de joder. Y entonces luego cómo hacer otro tipo de libros. Libros que hablen de la pureza, la gracia, la bondad. Cómo si lo que se pretende es levantar el índice, sí, levantarlo, sí, y pontificar, decirles a aquellos que defienden la modernidad que la modernidad es una bosta. Cómo hacés proselitismo si no te disfrazas de tus enemigos. Y cómo, a la vez, hacer libros que denuncien estas cosas sin caer en el panfleto, o peor aún, libros que sean leídos como apologías de estos tiempos cuando en realidad lo que intentan es decir que estos tiempos y sus tendencias son pura mierda. Hay que ser demasiado perspicaz para lograr estas cosas, y una de mis peores sospechas es aquella que me dice que yo carezco de esa perspicacia.

Bochorno

Cada vez que me siento en este escritorio de madera chaqueña pateo la caja que hay debajo con los tulipanes llegados de España. Son muchos y son pocos. Son sobre todo pocos para tantos pedidos de gente que más me los pide por aprecio que por otra cosa. En definitiva, poco saben qué cuernos hay ahí adentro del libro. Y ya quedé como mi cara con una buena cantidad de personas, prometiéndoles mis tulipanes para luego decir ay no, lo siento, porque son más los que los piden que la cantidad que tengo, y no se puede quedar bien con Di-s y con el diablo, etc., todo ese palabrerío que, como disculpas, muchos leyeron vía mail, muchos de los muchos que me pidieron el libro y que ahora con todo derecho podrán arrojarme naranjas.
Intentaré entonces ser una estrella de rock vernácula para que todos en la Argentina puedan acceder a mí sin mayores complicaciones ni faltas de stock. Ello claro implica un riesgo no menor, el fracaso, el meterme todos los tulipanes que tengo bajo el escritorio bien en el orto. Pero les juro que haré el intento. Y mientras tanto prepararé otro libro para ver si me lo publican en Bulgaria (ya está avanzado, van unas 150 pp.)
Aparte, si usted es un joven librero argentino o un joven editor también argentino y quiere importar libros (en el primer caso) o pagar por los correspondientes derechos, en el segundo, escríbame que lo pongo en contacto con mi editor. Si usted piensa que soy medio boludón, tal vez no esté tan equivocado. Pero no me dicrimine por ser boludo, los boludos también votamos.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Se llevaron TPZ a la playa

Y no se nubló.

pd: El sueño con Luisa Albinoni fue perturbador. Me pasó algo que le pasó a Barreda, los que tienen memoria seguramente recordarán qué le pasaba a Barreda, es la parte de su declaración donde tartamudea. Yo era como un extra, porque todo sucedía en una película que existe, que se llama "Viaje de una noche de verano" o algo así, donde no actúa Luisa Albinoni pero sí Alberto Olmedo (todavía con pelo) y en un papel ultra secundario. Es una película ATP, nada prohibido, y en el sueño yo estoy tirando unos cables y de pronto soy aire y me meto en el cuerpo de Olmedo y la agarro a Albinoni detrás de un decorado. Había momentos en que Olmedo (es decir, yo) dudaba si seguía ahí Albinoni o era Diana Maggi (que sí actúa en esa película), es decir, el mismo Olmedo se preguntaba "cómo puede ser que esté con Luisa Albinoni si no trabaja en esta película, ¿no será Diana Maggi?", y era absurdo porque Diana Maggi no tiene nada que ver con Albinoni, son dos mujeres totalmente distintas, una, además, podría ser la madre de la otra.

Días últimos


Los 20 ejemplares de TPZ que fui a buscar a unas oficinas horrendas del Correo Argentino en Retiro
(donde te atienden para la mierda y donde cantan números para ir en busca de los pedidos con una desconsideración hacia coreanos y chinos que llama la atención
-ahí se veían a mis pobres amigos orientales tratando de saber qué mierda decían en el parlante cuando un empleado del correo ahora nuevamente estatal decía "seiscientos veintidós mil novecientos treinta y ocho",
porque hay que ser hijo de puta en serio para no tener un cartel o una pantallita donde el chino o el coreano puedan entender si les toca o no les toca su turno-),
decía que fui a buscar esos ejemplares a Retiro y que desde entonces colesterol, presión alta y una merma significativa del trabajo me persiguen.
No obstante ello, y como debo caminar (el médico me dijo que haga ejercicio, que no fume, que evite las grasas animales), ya dejé un ejemplar a Sonia Budassi, que, para quienes no la conocen, es una escritora/editora/periodista que estudió en la misma facultad que yo y a quien yo jamás vi, y ya pienso hacer lo mismo con otro editor (que me conoce un poco más, creo, algo ha visto en Hermanocerdo) y con un par de amigos (no puedo ni me da vender por mi cuenta los pocos libros que tengo, no me sale, me da vergüenza, pudor).
Pero lo más importante —ycomo me viene sucediendo desde hace ya años— no pasa en la Argentina, sino por ejemplo en México. Y son por ejemplo mensajes como los de Ana LMR los que me dan alguna tranquilidad acerca del sentido de TPZ, porque, a todo esto, un puto libro tiene que tener un puto sentido. Y esa mexicana un poco me habla de eso en su mensaje. En fin, ese es el contenido de los últimos días, o casi todo el contenido.
También soñé que era Alberto Olmedo y que tenía relaciones íntimas con Luisa Albinoni. Y también me cuesta muchísimo dormir pensando en Di-s, en la condición de mortal que tengo y que tienen todos los que me rodean, y en la guita. En la guita por sobre todas las cosas como garante principal del estado doméstico de bienestar. Buenas tardes a todos.

pd: Otras cosas buenas: las fotos de Montfort (otro que le chingo al apellido) de TPZ en Barcelona, la generosidad eterna de J. Moreno y M. Salvador, el exagerado afecto de D. Espartaco, la irrupción de L. Reyes desde Cuba, los chats esporádicos con Juan Dicent y uno muy entretenido con el premio nacional de poesía en RD (qué joder), Frank Báez, más el formato lindísimo de TPZ en tanto libro (mérito absoluto de Gayol, un hombre valiente que se atrevió a publicarme)... de eso también hubo en estos últimos días.
Si yo soy el cantante rengo y con asma y ellos son de algún modo mi público, entonces debería darles las gracias por el aliento, porque no saben lo mucho que me cuesta cantar y lo enemistado que estoy conmigo a diario.